viernes, 29 de mayo de 2009

Reportaje final.


Casinos y timbas ilegales han sido siempre el lugar de juego, la nueva modalidad es el póker online.

Póker, del deporte al vicio.

-           Este juego permite ganar dinero en poco tiempo, pero el error de algunos    jugadores está en    no saberlo manejar.

-          Es difícil arruinarse en un casino, ya que no se permite apostar con escrituras de viviendas o  otros bienes materiales.

Hoy en día, jugar a póker se ha vuelto algo habitual  a nivel mundial. Hay varias formas distintas de jugar, pero la más habitual y conocida es el denominado Texas Hold’em. El objetivo es claro, conseguir la combinación o carta más alta. A cada jugador se le reparten dos cartas y a medida que se va apostando el jugador llamado Dealer, es decir el que reparte las cartas, va poniendo cartas descubiertas encima de la mesa. En la primera apuesta se dan a conocer tres cartas, este paso se denomina flop, en la segunda apuesta se enseña una carta, llamada turn y en la siguiente ronda de apuestas aparece otra carta llamada river. Con las cartas de la mesa y las que el jugador posee se intenta crear una combinación, ya sean parejas, trios, fulls…, siempre teniendo en cuenta que la idea es apostar a que nuestro juego será el mejor de la mano jugada. Estas son las reglas básicas del  póker.

Habitualmente el póker se jugaba de forma legal en los casinos o de forma ilegal, es decir, timbas montadas en casas particulares. Pero la cosa ha evolucionado, ya que el casino ha llegado a nuestras casas. Esta nueva modalidad de juego es el póker online, donde los jugadores sin necesidad de dar su edad, ponen sus datos bancarios y ya pueden empezar a jugar. Visto así, nadie piensa en las consecuencias que puede llegar a tener este juego tan adictivo.

Para documentarme sobre el tema decido contactar con Diego Cavalla, un jugador amateur que escribe y traduce del ingles todas las novedades sobre el juego en la Web cardplayeritalia.com. Diego desde el primer momento en que comienza la entrevista deja claro que el póker es un deporte, pero lo que hay en juego es dinero y se debe tener cuidado, ya que no siempre se tiene suerte. Cuando le pregunto si conoce ha alguien que viva exclusivamente del póker y que las cosas le hayan ido bien, me da un nombre Max Pescatori. Acto seguido busco su nombre en Internet, aparece como uno de los número uno del póker, el “Italian Pirate”, porque siempre lleva un pañuelo rojo en la cabeza, es considerado uno de los mejores jugadores de Texas Hold’em a nivel mundial. Este jugador que comenzó siendo encargado de un supermercado, ahora es uno de los hombres más respetados en el terreno de juego. Diego me ayuda a contactar con él, y una semana más tarde Max Pescatori me concede una entrevista vía skype. El hombre que un buen día mientras reponía la leche del supermercado donde trabajaba, decidió cambiar de vida. Cogió lo poco que tenia y fue a probar suerte a Las Vegas, donde comenzó a trabajar de crupier. Mientras repartía las cartas, observaba como jugaban los mejores, hasta que un día decidió que era el momento de que las cartas se las repartieran a él. Así es como Max ha llegado a lo más alto. Cuando le pregunto si cree que el póker crea vicio, se le escapa la risa, “mírame, desde que conozco este juego no he podido dejar de jugar, pero para llegar donde estoy he necesitado mucha paciencia y concentración”. Cuando he buscado información sobre las personas que han conseguido hacerse ricas gracias al póker he encontrado muchísimos casos en periódicos, Internet, etc. No obstante, no encuentro ningún caso de alguien que se haya arruinado. El pirata italiano, se pone serio cuando se lo explico, “las probabilidades de arruinarse jugando a póker en un casino son mínimas, puedes perder mucho dinero, pero es difícil llegar a perderlo todo, estas cosas ocurren más en partidas ilegales”. Él conoce algunos casos, pero no quiere darme detalles así que solamente me cuenta que hace aproximadamente cuatro años un multimillonario retó a los diez mejores jugadores de póker del mundo, a que se apostaran un millón de dólares cada uno y los gano a todos en una sola noche. A la semana siguiente Branson, uno de los jugadores más reconocidos, pidió al multimillonario hacer un cara a cara apostándose 10.000.000 de dólares, este aceptó, y esa noche el multimillonario perdió todo el dinero que había ganado en una semana.

La historia que me cuenta Pescatori demuestra como el afán y la ambición por ganar a veces juegan malas pasadas. Pero con ello no puedo demostrar como el vicio de este juego basado en la probabilidad puede llegar a destrozar vidas enteras.

En el Casino de Barcelona, encuentro a un hombre al que llaman el “profesor”, él me dice que no puede hablarme sobre las personas que se han arruinado por culpa de este juego. De nuevo me asegura que encontrare esta información hablando con gente que organiza partidas ilegales ya que en los casinos no aceptan como aval la escritura de una casa, u otro bien material, “sólo aceptamos dinero”. Por ello me facilita el nombre de un contacto, que me asegura que podrá ayudarme. El chico se llama Hugo Marsans, un joven barcelonés de 25 años, que desde hace cinco organiza partidas de póker universitario en el Casino de Barcelona. Por teléfono me dice que su tío me puede ayudar, pero que sobretodo no puedo decir su nombre. Nos encontramos en Plaza Molina, me da un casco y me subo con él a la moto. Por el camino me dice que vamos a la casa de su tío donde me podrá explicar con todo detalle la información que necesito. Nos paramos frente a un caserón de la Avenida Pearson, la filipina que nos abre la puerta nos hace pasar al salón, “ahora vendrá su tío” dice con un tono extranjero. Al poco rato aparece un hombre bastante grande  y un poco calvo, con pintas de Al Capone que nos saludo muy amistoso. Me dice que él organiza partidas ilegales con personajes importantes de la ciudad, intento conocer sus nombre pero su negación es rotunda. No quiero insistir más, “hay que tener cuidado con las apuestas a veces creemos que la suerte durará mucho y sin darnos cuenta nos da una patada en el culo”, me dice en un tono burlón. En las partidas ilegales todo vale, ya que normalmente todos los participantes son conocidos y la confianza entre ellos es del cien por cien, por ello no hay limite de apuesta. El Al Capone barcelonés cuenta que hace dos años organizó una timba en su casa, uno de los jugadores, J. M., acababa de volver de Las Vegas donde había tenido suerte con el juego, así que apostó todo lo que había ganado en el viaje. El hombre fue perdiéndolo todo  y comenzó a apostar sus ahorros, su suerte no cambió y se quedó sin nada. En la última jugada tenia en su mano un full de cartas altas así que decidió apostar su casa de Barcelona, situada en la zona alta. Los otros jugadores dejaron que se lo pensara, pero él estaba seguro de lo que hacia. En el momento de enseñar las cartas, otro jugador le respondió con un póker de Q y J. M., tubo que vender su casa para pagar por su vicio. “No hemos vuelto ha saber de él”. Tras una larga pausa, el hombre me contó que en la ultima partida en la que había jugado, un constructor del que no recordaba el nombre, había perdido su Saab 9.3 y la casa de la Costa Brava valorada en 300.000 euros.

El póker no deja de ser un juego que te permite conseguir dinero fácil, por ello muchos jugadores caen en el error de arriesgar demasiado, esta es  la ambición por ganar. Pero es difícil no apostar fuerte cuando se cree tener una buena mano, así que nunca se debe olvidar que otro puede tener algo mejor. Es importante saber que para llegar a ser un buen jugador se necesita paciencia, talento, concentración y sobre todo saber manejar el dinero con el que se apuesta. Además de recordar siempre el dicho que tienen los jugadores de póker: “Si no distingues al primo en la primera hora de partida, es que el primo eres tu”.

 


 

 

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