lunes, 27 de abril de 2009

Bar la Criolla, ¡señores pasen y vean!

La calle Cid, situada en el barrio del Raval de Barcelona, se viste de oscuridad en cuanto cae la noche. A primera vista, parece un pasaje lleno de bolsas de basura, pobre i desprende un gran olor a suciedad. Pero al tocar las 12,  una luz rojiza ilumina la calle, en el cartel se puede leer “la Criolla”.

Poco a poco la calle vuelve a revivir, el ambiente cambia por completo, marineros, jóvenes repeinados, mujeres disfrazadas, hombres trajeados, gays, travestis, prostitutas…; Todo ello aparenta un circo improvisado. Frente al local, la roja luz no me permite ver que ocurre ahí adentro.  Me quedo observando un instante. Finalmente decido entrar.  Raro, extravagante, esta es la primera impresión que me ofrece el local. Durante años había sido una fabrica textil envuelta por exuberantes columnas. Columnas que hoy van disfrazadas de palmeras y anuncian la entrada a un mundo de vicio y de lujuria. En la pista, jóvenes bailando una música un tanto sicodélica que ofrece la orquestra en un rincón, intento seguir el ritmo de la música pero no, no es mi estilo. Tras un pequeño intento por integrarme en el pintoresco ambiente, decido seguir descubriendo la Criolla, que no tarda en sorprenderme cuando más adentro me encuentro con un montón de mujeres. Mi ingenuidad me hace dudar un instante y las confundo con señoras esperando para entrar al baño. Pero mi ingenuidad dura poco, cuando una de ellas le planta un beso en la boca a un marinero, lo que esperan son clientes. Deduzco que la más mayor no pasa de los 40, pero al mirarlas detenidamente parece que no tengan edad. Una de ellas al darse la vuelta enseña una larga cicatriz, no tardé en preguntarle como había ocurrido y respondió, “una cuchillada, y me dijo que me quería el animal”, no dije nada, me di la vuelta y ella seguía ahí riendo a carcajadas.

Hacia las 6 de la mañana la Criolla empieza a cerrar, ha sido una larga noche, incluso por un momento ha parecido no tener final. Pero la luz del día ya ilumina la calle Cid donde vuelve la aparente normalidad.

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